12 de noviembre de 2017

Emociones











Las dos ranas

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.

Inmediatamente sintieron que se hundían; era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente, pero era inútil, solamente conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse una y otra vez. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.

Una de ellas, finalmente, dijo en voz alta:—No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir, no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril. Y, dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo:—¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. ¡Horas y horas!.Y, de pronto... de tanto patalear y agitar, agitar y patalear... la nata se transformó en mantequilla.

La rana, sorprendida, dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote. Desde allí saltó al camino y regresó a su casa, croando alegremente.

(Cuento de Jorge Bucay)


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