11 de diciembre de 2010

Rosalía de Castro



















Las campanas

Yo las amo, yo las oigo
cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido del cordero.

Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma en los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.

Y en sus notas, que van repitiéndose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y de halagüeño.

Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y el cielo!,
¡qué silencio en las iglesias!,
¡qué extrañeza entre los muertos!


Rosalía de Castro. En las orillas del Sar

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola a todos. Durante muchos, muchos años, las campanas han tenido un importante papel en las ciudades. Eran un poco las que organizaban la vida de las personas, ya que eran el reloj para los habitantes, tocaban "a muerto" o a "mortejuelo" (cuando moría un niño), también cuando había incendio,es decir, hacían lo que hoy hacen las sirenas de los vehículos de bomberos, sonaban cuando había peligro... Tenían su propio lenguage, que todas los habitantes conocían, por eso, y por su hermosura, merecen un respeto.
María Ángeles

Anónimo dijo...

¡¡¡ Que poesía tan chula!!!

Anónimo dijo...

Qué/